El Ejército Nacional despidió entre lágrimas, flores y ladridos a uno de sus más valientes integrantes: Sansón, un perro antiexplosivos que con su olfato y coraje salvó la vida de 36 soldados y entregó la suya al servicio de la patria.
Sansón no cayó. Se inmortalizó.
Su último acto fue tan heroico como su vida entera.
El pasado 10 de julio, en zona rural de Yondó, Antioquia, Sansón detectó un artefacto explosivo improvisado que amenazaba con segar muchas vidas.
En el proceso, perdió una de sus extremidades.
Aun herido, cumplió su misión.
Gracias a su alerta, el pelotón que lo acompañaba pudo actuar con tiempo y evitar una tragedia.
Tras ser evacuado, Sansón recibió atención veterinaria especializada durante cinco días.
Pero el 15 de julio, su corazón se detuvo.
Un paro cardiorrespiratorio apagó su vida, pero no su legado.
Un compañero de batalla
Sansón fue más que un perro entrenado.
Fue soldado, compañero, amigo.
Desde su formación en la Sección de Entrenamiento y Reentrenamiento Canino de Bucaramanga, Sansón demostró una inteligencia poco común, obediencia absoluta y un olfato que salvó vidas una y otra vez.
Durante cuatro años de servicio, este héroe peludo participó en múltiples misiones ofensivas y de estabilidad.
Entre 2021 y 2023, operó en Ocaña.
Entre 2024 y 2025, fue desplegado en zonas de alto riesgo como Cantagallo, Cerro Azul, La Nutria, La Posa, San Juan del Tigre y Caño de Oro, en el sur de Bolívar.
Siempre acompañado por su guía y su equipo Exde, Sansón detectó Artefactos Explosivos Improvisados (AEI), Minas Antipersonal (MAP) y Municiones sin explosionar (MUSE).
Cada paso que daba era un escudo para los soldados que confiaban en él.
Cada alerta, una vida salvada.
Un homenaje lleno de amor y respeto
El último adiós a Sansón fue solemne y emotivo.
En la Escuela de Ingenieros del Ejército, en Bogotá, se realizó una ceremonia de despedida organizada por los Ingenieros Militares.
Allí, en la Sección de Entrenamiento Canino donde se formó, fue honrado como un héroe.
Una ofrenda floral, la presencia de soldados y compañeros caninos, ladridos que sonaban a despedida y lágrimas que caían sin contención.
En Barrancabermeja, también se le rindieron honores militares en el monumento de los Héroes del Batallón de Artillería de Defensa No. 2, Nueva Granada.
Ambos actos simbolizaron el agradecimiento eterno a todos los binomios caninos que arriesgan su vida cada día por proteger a Colombia.
Más que un perro: un símbolo de sacrificio
Hoy, el Ejército Nacional cuenta con más de 1.900 caninos entrenados en diferentes especialidades: detección de narcóticos y explosivos, búsqueda y rescate, protección de instalaciones y rastreo.
Pero Sansón es, y será, un referente de coraje y entrega.
Él no hablaba, pero su lenguaje fue la acción.
No pedía medallas, pero se ganó la gloria.
No portaba armas, pero fue un soldado valiente.
Sansón enseñó que el amor por la vida de los demás puede llegar en cuatro patas y con un corazón más grande que el miedo.
Su muerte no fue en vano.
Fue un acto de servicio.
De fidelidad.
De valor.
Y como todo verdadero héroe, Sansón nunca será olvidado.
Vivirá en cada paso seguro que den sus compañeros.
En cada operación que salve vidas gracias a su legado.
Sansón no cayó. Se elevó.
Y desde algún lugar, sigue cuidando los caminos de su patria.
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