Comunidades colombianas convierten excedentes industriales en motor de economía circular

Colombia da un paso firme hacia la economía circular con enfoque comunitario, transformando los excedentes industriales en nuevas oportunidades de desarrollo económico y social. En un país donde, según el DANE, se generan más de 12 millones de toneladas de residuos al año y el reciclaje no alcanza el 20%, una iniciativa internacional busca cambiar este panorama. Ahora, los excedentes de productos terminados que antes quedaban olvidados en bodegas empresariales se están convirtiendo en insumos para el progreso local y en divisas para el país.

El modelo, que ya mostró resultados en 2024 al reincorporar más de 40.000 toneladas de inventarios en mercados internacionales, aterriza en Colombia con un enfoque innovador que involucra a las comunidades en su implementación. Líderes barriales, asociaciones productivas y emprendedores están recibiendo capacitaciones para identificar en los saldos empresariales no un problema, sino una fuente de ingresos sostenibles. Esta iniciativa no solo reduce la acumulación de mercancía sin salida comercial, sino que abre un camino para que ciudadanos y empresas se integren en dinámicas de comercio global.

El impacto es doble y genera beneficios para todos los actores. Por un lado, las empresas locales logran recuperar capital de mercancías no vendidas, fortaleciendo su flujo de caja y evitando pérdidas. Por el otro, las comunidades acceden a nuevas oportunidades económicas al incorporarse en cadenas de valor internacionales. Este intercambio convierte a los excedentes en una herramienta de inclusión social y desarrollo, uniendo al sector privado con la ciudadanía en torno a un objetivo común: la sostenibilidad.

Expertos en sostenibilidad destacan que este modelo convierte a Colombia en pionero regional en la aplicación de la economía circular con enfoque territorial. A diferencia de la gestión tradicional de residuos, que suele centrarse en su disposición final o en procesos de reciclaje parcial, esta propuesta busca reintegrar productos terminados a mercados internacionales. En lugar de desecharlos, se les otorga una segunda oportunidad como activos que generan ingresos, reducen desperdicios y aportan divisas al país.

La multinacional francesa Ozeol, con operaciones en más de 35 países, es la encargada de articular este puente entre empresarios y comunidades. Su papel consiste en facilitar que el inventario excedente encuentre salida en mercados internacionales, garantizando que los productos lleguen a nuevos destinos donde son aprovechados. Además de aportar logística y red comercial, Ozeol incorpora un enfoque de corresponsabilidad, donde el sector privado logra eficiencia financiera y las comunidades acceden a opciones laborales y de emprendimiento.

Uno de los componentes más destacados de esta iniciativa es la formación de los actores comunitarios. Líderes barriales, asociaciones de base y emprendedores locales reciben capacitación en identificación, clasificación y aprovechamiento de excedentes. De esta manera, no solo participan como beneficiarios pasivos, sino que se convierten en aliados estratégicos en la gestión de los inventarios. Esto abre oportunidades para que emprendedores encuentren en estos productos una materia prima accesible y competitiva para fortalecer sus proyectos productivos.

La llegada de este modelo a Colombia coincide con un contexto global donde la economía circular se reconoce como clave para enfrentar los desafíos ambientales y económicos. Al reincorporar productos terminados en los mercados, se disminuye la presión sobre la producción de nuevos bienes, se reduce la generación de residuos y se crean fuentes de ingresos para las comunidades. Así, el país no solo contribuye a la sostenibilidad ambiental, sino que también fortalece su competitividad internacional con prácticas innovadoras.

Este tipo de programas representan una apuesta por un futuro más justo y sostenible. Al vincular a las comunidades con el sector privado bajo un esquema de beneficios compartidos, se logra que la transición hacia una economía circular no se limite a la teoría, sino que se traduzca en resultados tangibles para los colombianos. El esfuerzo conjunto entre empresarios, ciudadanos y aliados internacionales como Ozeol demuestra que los excedentes industriales, lejos de ser un problema, pueden convertirse en motor de cambio social y económico.

Colombia, al implementar este modelo, no solo se suma a las tendencias globales de sostenibilidad, sino que también se posiciona como líder regional en la construcción de un país más inclusivo, circular y responsable con su futuro.

 

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