En Colombia, el desarrollo urbano ha sido históricamente una amenaza para la fauna silvestre. Sin embargo, algunas constructoras están empezando a cambiar esa narrativa. Un ejemplo destacado es el de Inversiones Milenium, una empresa que ha implementado un modelo innovador de conservación ambiental en sus proyectos urbanísticos.
Sus intervenciones recientes en Cajicá y en zonas rurales de Bogotá han demostrado que es posible construir sin desplazar violentamente a la biodiversidad local. En alianza con Arasarí Conservación e Investigación, la compañía ha identificado, rescatado y reubicado más de 60 especies silvestres, incluyendo aves migratorias, mamíferos pequeños y reptiles endémicos.
Lo llamativo de este enfoque es que no se trata de una acción aislada, sino de una estrategia transversal que se aplica desde la planeación del proyecto hasta su ejecución. Según la empresa, esta política forma parte de un modelo ESG (ambiental, social y de gobernanza) que ya muestra resultados medibles y replicables.
Uno de los pilares del programa es la migración asistida, una técnica que permite que los animales se desplacen de forma voluntaria a zonas seguras, sin necesidad de ser capturados. Para lograrlo, se utilizan repelentes naturales, estímulos auditivos y monitoreo con cámaras trampa, permitiendo seguir el rastro de las especies sin invadir sus hábitats de forma agresiva.
En proyectos como Pradera Reservado, se protegieron especies como el alcaraván y la tingua pico rojo, evitando que la construcción alterara sus ciclos reproductivos. Este tipo de intervenciones también incluye la preservación de corredores ecológicos, es decir, espacios por donde los animales pueden moverse con seguridad entre áreas verdes fragmentadas por el desarrollo urbano.
Uno de los logros que más resalta Inversiones Milenium es que no ha registrado incidentes ambientales asociados a sus obras. Además, han documentado una alta tasa de éxito en las migraciones asistidas, lo cual les permite tener indicadores claros sobre el impacto positivo de su modelo.
“En Inversiones Milenium, la sostenibilidad no es una obligación, es una convicción”, señala Luis Felipe Escobar, gerente de la compañía. “Sabemos el impacto que puede generar la construcción, por eso trabajamos para minimizarlo desde el diseño hasta la ejecución”.
La empresa ha consolidado esta experiencia como una metodología replicable que puede ser usada por otras constructoras. Incluye elementos de prevención, gestión adaptativa y respeto por la vida silvestre, con un enfoque técnico y científico.
También planean mantener una estrategia activa de divulgación, a través de sus canales institucionales y de responsabilidad social empresarial (RSE), con el fin de compartir aprendizajes y motivar a otros actores del sector a implementar prácticas similares.
El llamado final que hace la empresa es claro: repensar la relación entre el desarrollo urbano y el entorno natural. En un país con tanta riqueza en biodiversidad, las constructoras tienen una responsabilidad que va más allá del cumplimiento normativo. Se trata de incorporar de forma real y medible la sostenibilidad en todos los niveles del proceso constructivo.
Aunque falta camino por recorrer, experiencias como esta muestran que es posible construir sin destruir, y que proteger a las aves, a los mamíferos y a los reptiles no debe ser visto como un obstáculo, sino como parte esencial de un modelo urbano más respetuoso y viable para el futuro.
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